Algunas veces me pongo mi chaleco antibalas. Algunas veces salgo por ahí con mi chaleco, con el que me protejo de las balas de indiferencia, de antipatía, esas balas de desesperanza que van cruzando por la calles de la ciudad. Veo a la gente cada día recibir esas balas, los veo como caen heridos ante estos proyectiles que hieren a discreción, como si estuviéramos en una guerra, en una guerra de ver quien resulta con mas heridas, quien se vuelve el más apático, quien será aquel que termine mas herido por estos proyectiles del caos, pero yo, yo estoy absuelto de daño alguno. El día de hoy me he librado de los problemas de esas personas grises al ponerme mi chaleco, que posiblemente no me protegerá de todo lo que este asechando ahí a la vuelta de la esquina esperando quitarme el ánimo el día de hoy, pero está noche me siento protegido, y es un protegido entre comillas porque no es un escudo absoluto, hay partes más expuestas que otras para recibir alguna herida, pero mientras tenga este chaleco protegiendo mi corazón, podre soportar este arsenal de malas intenciones, posiblemente podrán dañar mi cabeza, pero mi corazón y mi espíritu siguen siendo intocables cuando me lo propongo.
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