Sunday, June 26, 2011

Chaleco antibalas.

Algunas veces me pongo mi chaleco antibalas. Algunas veces salgo por ahí con mi chaleco, con el que me protejo de las balas de indiferencia, de antipatía, esas balas de desesperanza que van cruzando por la calles de la ciudad. Veo a la gente cada día recibir esas balas, los veo como caen heridos ante estos proyectiles que hieren a discreción, como si estuviéramos en una guerra, en una guerra de ver quien resulta con mas heridas, quien se vuelve el más apático, quien será aquel que termine mas herido por estos proyectiles del caos, pero yo, yo estoy absuelto de daño alguno. El día de hoy me he librado de los problemas de esas personas grises al ponerme mi chaleco, que posiblemente no me protegerá de todo lo que este asechando ahí a la vuelta de la esquina esperando quitarme el ánimo el día de hoy, pero está noche me siento protegido, y es un protegido entre comillas porque no es un escudo absoluto, hay partes más expuestas que otras para recibir alguna herida, pero mientras tenga este chaleco protegiendo mi corazón, podre soportar este arsenal de malas intenciones, posiblemente podrán dañar mi cabeza, pero mi corazón y mi espíritu siguen siendo intocables cuando me lo propongo.

Friday, June 24, 2011

Un día común.

Esta mañana me desperté y no estabas. No estabas entre las sabanas ni entre las cobijas. No estabas entre mi cuarto y el baño. No estabas en la computadora mientras checaba infinitas páginas. No estabas a la hora del desayuno, ahí a un lado mirándome mientras comía. No estabas a la hora que volví a mi cama a recostarme y pensar en la vida y demás complicaciones. No te encontré ni siquiera a la hora de ir a la tienda por las calles, ni en los rincones y recovecos de las cuadras. Tampoco pude encontrarte a la hora de la comida, sentada a un lado mío comiendo y disfrutando un banquete hecho para ti. No pude encontrarte entre todos mis discos, ni mis listas de reproducción en la red. No pude verte mientras veía fotos y fotos de gente que no conozco y posiblemente nunca conoceré. Ni tampoco estabas en las conversaciones que tenia con mis amigos y conocidos, no estabas entre ninguna de ellas. Trate de encontrarte y no lo logre tocando los acordes de una guitarra, ni en sus armonías, ni en ninguna de sus notas y escalas cromáticas, mayores, menores, modales, etc. Te busque a la hora de la siesta, a ver si te habías escondido en mis sueños o haber si de pura casualidad te aparecías al momento en el que despertara, con la vaga esperanza de abrir los ojos y de que estuvieras mirándome fijamente con una sonrisa. No pude verte a la hora en la que entre a ducharme, no estabas entre el vapor de la regadera, ni atrás de la cortina del baño, ni en el espejo, con tu cuerpo desnudo mirándome. Pensé torpemente que quizás estarías por la ciudad y las calles que frecuento, que tal vez el destino era tan compasivo que me dejaría verte en algún momento pasar por alguna avenida o te vería estacionada en algún semáforo en rojo. Luego volví a mi casa sin esperanza, volví con mi fe rota y completamente desalentado, sabiendo que ya a esta hora sería prácticamente imposible encontrarte por ahí, me di cuenta que estaba pidiéndole peras al olmo. Finalmente recurrí a ese lugar donde sabría que sin problema alguno te encontraría, que quizás no serías tú, pero que de una u otra forma ahí estarías, así que cerré mis ojos y empecé a recordar, y efectivamente ahí te encontré, sonriente, juguetona y risueña, te encontré haciendo juegos de palabras, te encontré cantando melodías alegres, te encontré dormida y tiritando, buscando mi cuerpo, pude verte como tenía tanto tiempo que no lo hacía, desnuda de tus preocupaciones, de tus miedos y tus demonios, contándome algún anécdota de lo que había pasado en tu día o de algún evento que había ocurrido en tu casa y haciendo de cuenta que nada del mundo en realidad importaba. Finalmente como si fuera un acto hipnótico, salí de ese trance lúdico y comencé a pensar y a darme cuenta que eso no era lo que necesitaba, que era un bello espejismo, pero una ilusión a fin de cuentas, así que solamente entorne mis ojos hacia otro confín de mi mente y me puse a divagar en algo más, en algo que no me hiciera tanto daño, en algo sin fin. Así pasó otro día mas, quizás tú hiciste lo mismo, quizás me buscaste por todos esos huecos de la ciudad y de tu mente y solo pudiste encontrarme en un recuerdo y quizás en una canción o dos. Finalmente después de tanto pensar, lo único que me queda es volverme a dormir, y creer en la posibilidad de que tal vez está noche te pueda soñar, y que tal vez, en esos sueños podamos platicar y compartir como alguna vez, y poder despertarme con la sensación de que de una manera u otra, eso fue casi real.

Monday, June 20, 2011

Cordillera.

Que perdure en nosotros el sentimiento de que nos conocemos desde tiempos inmemoriales. Que perdure en nosotros la noción de que alguna vez nos quisimos por lo que fuimos en un instante, pero ninguno supo cómo reaccionar al que le siguió. Que perduren las memorias de tiempos felices, diferentes que sabemos que siempre estarán en nuestras mentes para darnos consuelo. Dejemos que perduren los buenos recuerdos, y que las diferencias sean cosa del pasado, un pasado mas allá de lo bueno, mas allá de la belleza de las tardes de ocio, en que nuestro mejor pasatiempo fue perdernos en las cordilleras de las cobijas de una cama, procurando no hacer ruido alguno para no ser descubiertos, pero gritándonos el uno al otro el goce que se sentía al estar juntos.

Wednesday, June 15, 2011

Parpadeo

Lo bueno de todo es que estuve con los ojos abiertos, que pude ver el momento mientras pasaba, y aunque pasé mucho tiempo tratando y temiendo el futuro, tus ventanas al alma me hacían recordar que el momento que valía la pena era el aquí y el ahora, era el amor antes que el miedo, era la verdad antes que la mentira, y es de los momentos que mejor podré conservar. Ahora que ya no estás trato de mantenerme con los ojos abiertos, como hice en ese tiempo, estas ventanas al alma que tratan de ver todo como es en realidad: bello como solo podría ser el estar vivo.

Sunday, June 12, 2011

Que tristeza me da ver los frutos que ya no puedo recoger, ni compartir.

Saturday, June 11, 2011

Maelström.

Pues, resulta que todavía sigo siendo humano, y resulta que todavía duele, y dolerá, no se hasta cuando, pero duele y estoy vivo, el maelström está dentro y gira y es un remolino de dolor, de terror, de coraje, de alegría, de melancolía optimista y de tantas sensaciones que se vuelven blancas de estar combinadas, y llega el momento en el que todo se convierte en nada, y ahí en medio de toda esa nada estoy yo, yo, siendo nada, siendo todo, sintiendo todo... y me da gusto saber que sigues aquí.

Wednesday, June 8, 2011

Una cafetera ya no es suficiente para mí, puedo matar.

Sunday, June 5, 2011

Indeleble.

Me siento triste pero orgulloso. Me siento triste por saber que todo ha quedado en un suspiro, que todo ha sido un brevísimo instante del tiempo que por mas fugaz que fue, ha dejado algo de lo más significativo en mi vida, ha erosionado mi existencia y me ha hecho lo que soy ahorita, pero me siento orgulloso que de por todos lados me llega el murmullo de la gente que dicen y elogian como vas creciendo, como tus ramas dan más sombra, como te vas viendo más grande e imponente ante el mundo que te rodea, y me vuelvo a sentir triste de saber que esas ramas ya no me cobijaran ni me darán sombra de nuevo, no podre gozar de la brisa bajo tus hojas, no podre ser parte de tu savia y he quedado solo en parte de tus raíces y de tu corteza, me vuelvo a sentir orgulloso de haber sido parte de estas, de haber contribuido a regarte, a darte amor y sol los días que pudimos compartir, y de saber que tal vez de una manera, esas cosas que te di te ayudaron y te ayudaran a ser parte de lo que eres y de lo que serás. Y luego vuelve la tristeza a mí, por saber que todas mis palabras, todos mis alientos, todas mis bendiciones y canciones que solo eran para ti serán parte del viento y del éter y que se quedaran resonando por tanto tiempo y tal vez no volverán a llegar a ti, y de nuevo vuelve ese esquivo orgullo, orgullo que siento por saber que el tiempo que las pudiste escuchar, las dije para ti, para que danzaras con ellas y sonrieras y pudieras crecer más, y siento que al final la tristeza me vuelve a encontrar y me dice que sí, que estarás mejor sin mí, que serás lo que estas destinada a ser y que solo tú eres la que puede lograr crecer y fortalecer para seguir dando sombra y cobijo a los que sigan alrededor de ti. Y como si fuera una ilusión, vuelve a ponerse frente a mí el orgullo y me hace saber que aunque todas tus bendiciones ya no serán para este mortal, al menos pude ser parte del proceso, pude probar los frutos y contribuí en alguna ínfima parte a que esto pudiera ser verdad y con este me quiero quedar.

Lo que más tristeza me da es que todos en esta vida somos prescindibles, pero irremplazables, y aunque esto sea así, mi gran orgullo sigues siendo tú.